Vivir juntos y dormir separados, ¿la fórmula para una relación feliz?: «El rato antes de acostarnos era más intenso»

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Diversos estudios concluyen que, paradójicamente, el llamado divorcio del sueño une más. Ya sea dormir en otra cama o en otra habitación, los expertos coinciden en que la calidad del sueño mejora. ¿Y la de la pareja?

30 abr 2024 . Actualizado a las 13:42 h.

Dormir separados puede unir a una pareja. Al menos, así lo concluyen diversos estudios que han abordado el llamado «divorcio del sueño», que no es otra cosa que poner un colchón e, incluso, un tabique de por medio durante la noche. Una investigación del Better Sleep Council de Estados Unidos señala que esta práctica resuelve los problemas del sueño. Y va más allá. Según este trabajo, el 63 % de las parejas no duermen juntas la mayor parte de la noche. Además, el 26 % de los encuestados aseguró dormir mejor en soledad y el 9 % admitió hacerlo en habitaciones separadas. Según el mismo sondeo, casi dos de cada diez estadounidenses afirmaron que su casa ideal era una con dos dormitorios principales separados. También una encuesta realizada en marzo del 2023 por la Academia Americana de Medicina del Sueño indicó que el 35 % de los estadounidenses duermen en habitaciones separadas de forma ocasional o sistemática.

Este hábito con siglos de historia y muy propio de las casas reales se ha democratizado. Hoy los motivos, como los tiempos, son otros. Pero lo cierto es que el hecho de dormir separados sigue sin estar socialmente bien visto. Se interpreta como un mal síntoma de la relación, y algo de eso hay, dice la terapeuta de pareja y sexóloga Aránzazu García (Clínica Vida, Vigo). «Si los dos miembros de la pareja están muy enamorados, quieren dormir juntos. Lo mismo ocurre cuando te quedas dormido pegado a la otra persona justo después de mantener relaciones. El abrazo ofrece una conexión diferente», asegura la experta, que añade que a quienes deciden prescindir del otro en la cama «se les cuelga una etiqueta que viene a decir: 'En esta pareja no hay pasión'».

UN SISTEMA DE APEGO

En los mamíferos, el hecho de dormir juntos, de materializar lo que se conoce como los estados de inmovilidad sin miedo —que se producen en los gatos que se enroscan unos en torno a los otros, por ejemplo, o en la cría que va por el campo pegada a la madre—, es una conducta muy típica. «Estas actitudes activan el sistema de apego, y el quedarse dormido pegado al otro despierta una serie de sentimientos muy instintivos y poco racionales de cercanía y de seguridad. Normalmente, cuando hay un enamoramiento, las parejas buscan eso. Ahora, que no quiere decir que esté mejor o peor que no hacerlo», señala García, para la que lo realmente importante son las causas que puedan llevar a tomar la decisión de mantener un cese temporal nocturno de la convivencia: «Si la causa no viene motivada ni por enfados ni por un distanciamiento emocional, no tiene por qué ser malo para la pareja».

Ronquidos, movimientos excesivos y hasta agresiones involuntarias son realidades que llegan cada día a las consultas de los médicos especializados. También a la de Emilio Rodríguez Sáez, neurofisiólogo del Hospital Quirónsalud Miguel Domínguez de Pontevedra. «Si viene una persona con problemas de sueño, una de las preguntas es qué clase de sueño tiene su pareja. A veces, el diagnóstico incluso se hace a través de la pareja», indica el especialista, que procede a señalar cuáles son las patologías que más suelen afectar a la calidad del sueño, tanto del que las padece como del que duerme a su lado.

El número uno del ránking del insomnio lo ocupan los ronquidos. «Y muchas veces la otra persona se va a una habitación aparte, si puede. Yo tengo enfermos con los que no podía dormir nadie de la casa, chavales que no podían ni estudiar», señala Rodríguez Sáez, que incluye entre los roncadores a los niños, especialmente a los que padecen de vegetaciones. «Lo más común es el ronquido esencial o la apnea del sueño, que generalmente se traduce en hombres que roncan mucho y mujeres que no duermen, aunque a veces se da en ellas también. Si hay apnea del sueño, la solución va a ser el tratamiento con Cepap —mascarilla que dispensa aire presurizado—, y si no hay apnea y es un ronquido esencial, es complicado de tratar. Hay otorrinos que lo intentan con algunas técnicas, pero es difícil de manejar», afirma.

El síndrome de las piernas inquietas, que produce movimientos anómalos y frecuentes en la cama, más común en las mujeres; las parasomnias, que son similares a las pesadillas o los terrores nocturnos; y el trastorno del sueño REM, más común entre los hombres y que puede desembocar tanto en movimientos bruscos como en gritos e incluso golpeos involuntarios a la pareja, completan el cuadro de las afecciones que más ve pasar por la consulta. Y el que se duerme viendo algo en la pantalla del móvil o de la tablet, también puede alterar el sueño de su pareja. «De hecho, los problemas de insomnio empezaron con la luz eléctrica, que fue un invento magnífico, pero no para el sueño. Se calcula que desde la Revolución Industrial, hemos perdido dos horas de sueño», asegura el neurofisiólogo. A saber cuántas perderemos después de la tecnológica. De momento, España ya es de los países que peor duermen del mundo. «Los jóvenes han perdido una hora más o menos por irse a la cama con el móvil», añade.

«¿La solución? Pues sí, dormir separados. Yo pienso que el sueño es tan importante que no compensa. Si no descansas de noche, te espera una vida terrible. Mejor dormir bien», sentencia el médico, que bromea tirando de sabiduría popular: «Por algo se dice que cuando eres joven, la cama se te hace grande, pero cuando eres mayor, se va volviendo más estrecha». El hecho de que uno se duerma más tarde que el otro, señala, también afecta. «Son cosas de la vida cotidiana que todos los que nos dedicamos al sueño sabemos que aparecen antes o después». Aun así, reconoce, lo de dormir separados sigue siendo un tema tabú, incluso en consulta: «No lo dice nadie, porque es una señal de fracaso de la convivencia. Desde los años 60 se entiende como una manifestación de que la relación, emocional y sexualmente, no va bien».

No es posible que el mismo colchón pueda responder a las necesidades físicas de los dos, añade Rodríguez Sáez, que recomienda rotundamente dormir con almohadas individuales. En este sentido, desde la sección de colchonería de El Corte Inglés de A Coruña aseguran que algunas parejas optan por la fórmula de separarse durante la noche. «No podemos hablar de una tendencia, pero sí que atendemos a algunas parejas que buscan una compra de colchones individuales», indican desde este departamento, en el que señalan que, con algunas excepciones, suele tratarse de gente mayor o con algún problema de salud. Este último es el caso de una pareja que, cuenta la terapeuta Aránzazu García, durmió durante un tiempo separada. El motivo, los ronquidos de él. Como subyace de los estudios, en su caso, el llamado divorcio del sueño acabó por avivar la relación. «Ella me cuenta que el dormir separados hacía que el rato que estaban juntos, lo viviesen más intensamente. Antes de acostarse estaban un tiempo juntos en la cama, tenían relaciones o no, pero como sabían que era un tiempo que se terminaba, estaban más presentes. Después, uno de ellos se cambiaba de cama», dice la terapeuta. Así lo hicieron hasta que él dejó de roncar tras operarse los cornetes de la nariz. Ahí volvieron a unirse también para dormir, quién sabe si mejor o peor que antes.

Juntos o separados, dicen los expertos, lo que cuenta es dormir bien.